miércoles, 30 de junio de 2010

EL OCHO DE ARCONIANOS.COMIENZO INACAB ADO. PARA CARLOS BRAVO, EL AMIGO DE JUANTO Y MÍO

Vino Carlos y bajó. Cuando subió trajo un papel que decía:
COMIENZO INACABADO.

Al ver la mirada del tipo, posándose sobre el grupo de chicas que comienzan a ser mujer, me di cuenta de lo que significaba.
El andén del metro rebosaba de gente por la puta huelga, que hacen los que están pagados por cualquier poder.
Mientras pensaba que si nos unimos todos los exprimidos de la puta sociedad algo sería diferente, posé mi mirada sobre aquella chica de gafas que sonreía.
Después sentí pánico, porque la mirada al cambiar de sitio, vio algo que no quería ver.
Eso que no quería ver, era ese hombre, que en un instante miraba otra mirada, que no era la mía. Veía a esas chicas que comienzan a ser mujer
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¡La hostia, ese tipo podría destrozarte con un solo dedo!
Dos metros de alto y si me apuras de ancho, sonreía al verlas y sus dientes de oro, reflejaban todas las luces del vagón del metro.
La cabeza enorme no cambiaba de posición y todo él no se movía, agarrado a la barra. Parecía que ese vagón lo dominaba él.
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Esa chicas salieron y la bestia detrás y aunque no era mi parada, los seguí.
Nadie podría pensar lo que yo iba a ver.
El frío de la calle hizo que viera una imagen que vi en un documental: una cebra meneandose
bajo la lluvia para quitarse el agua.
Las chicas andan hacia el centro comercial, enfrente de la salida del metro. El tipo anda más rápido y se coloca junto a ellas, las habla y todo cambia. Él es el centro de atención.
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Suben a un coche de esos grandes y bonitos. A la que miraba más, la sienta delante. Las otras tres detrás.
Pido un taxi y las sigo. Llegan a una casa, pago y espero a ver qué hacen, qué va a hacer ese tipo tán enorme, con las cuatro que le siguen sonrientes.
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¡Yo, yo fuí el que les llamó a ustedes, por Dios, vayan a ver ahí, en esa, a esa habitación!
Entré para intentar salvarlas, inexplicablemente ese hombre huyó.
Si siguen sus huellas sabrán donde fue.
¡Pero entren a esa habitación!
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Me esposan y me meten en un coche y les digo:
Al ver la mirada del tipo, posándose sobre...
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¿Quién te lo dió? preguntamos a Carlos y él se encoge de hombros sin decir nada.

sábado, 26 de junio de 2010

ARCONIANOS SIETE. Para Luis, un tipo cojonudo.

Nuestro viaje careció de interés. El desembarco sí fue especial, pues no estábamos solos.
Nos esperaban y sus flechas y lanzas primero y su formación en falange después, nos hizo ver su profundo miedo hacia nosotros. No huimos ni les hicimos frente, simplemente, no dejamos que ningún proyectil nos alcanzara.
Cuando comenzaron a andar y el polvo de la tierra y sus pies retumbaban contra el suelo, para intentar que el pavor nos llegara, solo les miramos a los ojos para que ellos no tuvieran ese miedo que querían hacernos creer que no tenían.
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No se rompió ninguna lanza ni se llegó al contacto físico, solo esperamos.
Fue nuestra primera victoria, lejos de las conquistas del pasado, allá en nuestra Tierra.
Y digo bien; VICTORIA, pues entonamos una canción y "eso" que nos temía y por ello atacaba, se unió a esa canción dando palmas y gritando. Algunos, expulsando el terror de sus cuerpos que tuvieron al vernos, otros simple y llanamente porque eran felices al saber que no tenían que morir por atacarnos.
Fue entonces cuando ellos, al desearnos, el problema se hizo inmenso y fue entonces cuando tuvimos que partir y olvidar que nosotros a su vez, habíamos deseado amarlos.
Solo por eso, sí, fue una victoria que ocurrió aquí hace muchos siglos.
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Al subir mi hijo Juanto por aquel agujero, eso fue lo que nos contó y estaban aquí todos sus amigos y los amigos de Jorge, mi otro hijo, así como todos los de mi mujer y sus parientes más cercanos y todos los que conocemos.
PERO QUÉ MÁS, quisimos saber y él, Juanto, nos dijo:
Creo que es suficiente, eso me han dicho.
Y a todos los que estaban les ofrecimos cervezas y cantamos y se tocó música, como jamás creo que se haya oído.
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¿HA DE BAJAR OTRO?

miércoles, 23 de junio de 2010

ARCONIANOS SEIS. Los malvados obedecen a s us pasiones como los esclavos a sus dueños. DIÓGENES. EN HONOR AL MAESTRO CHIRINOS

Llegó Pupi con una cuerda de las que usan los bomberos para poder meternos por el agujero. La atamos a la bola del remolque del coche y les prohibí que bajaran ellos. Solo que estuvieran atentos por si acaso. Me ato y bajo. No veo nada y me cago en la leche por ser tan gilipollas al olvidarme de la linterna, pero no quiero subir.
Hay algo que se me acerca, pero no sé que es y me señala con el dedo que se le ilumina y entonces ocurre que veo esto:
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Entró en la casa y voceó:¡EULALIAEULALIAEULALIAAAA!
Nada que no esta esta hijadeputa, me cago en la madre que la parió. La vecina al oírlo piensa en voz alta este cacho cabrón, pa qué vocea y presa de un ataque de ira grita:¡que no esta la Eulalia! cojones callate ya que ha ido a llevar a su padre al hospital.
Pepe en ese momento bebe de una lata de cerveza, se atraganta y la lata se cae al suelo, la da una patada y se estrella contra la pared donde detrás está la Antonia, que al oír el golpe sabe lo que viene ahora, que son unos puñetazos contra la pared y estas palabras:
¡COMO VAYA PAYÁ ANTONIA DE LOS COJONES, TE VOY A METER LA MANO EN EL COÑO Y TE VOY A SACAR LA MATRIZ,PA QUE NO VUELVAS A TENER HIJOS, CACHOPUTA!
Pepe sigue golpeando hasta hacerse sangre en los nudillos. Antonia se calla y ni pío. Al verse la sangre Pepe dice me cagoendios la chupa y se va al frigorífico, abre otra lata y se va a ver la tele.
Se duerme.
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Por el olor a sudor cuando sube por la escalera, Eulalia sabe que su hombre ha llegado. Al meter la llave para abrir la puerta de la casa de Pepe, que antes era de su propio padre, ahora en coma en cama del hospital, sabe que duerme y sin ruido se mete en el baño a llorar.
Pepe se despierta y quiere otra cerveza y mira la puerta del baño cerrada y ¡EULALIA!¡DONDE COJONES ESTABAS! abre la puerta y la ve ahí sentada en el vater mientras ella mea y llora y llora y mea.
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La levanta con la mano derecha y golpea con la mano izquierda como golpeó antes contra la pared de la Antonia, solo dos bumbbumb nudillos apretados y ella se encoge y sigue meando y él ríe, mientras la acerca para ver cómo sale el pis y se ríe más cuando le cae en la cara y la dice: mi meona
Desabrocha la correa, la deja sentada donde estaba, se quita el pantalón y mete la polla erecta en la boca de la Eulalia, mientras ella aguanta las arcadas, porque esta saliendo la hombría de Pepe, esa cosa que huele sabe tan mal y sale el vómito, justo derecho a la barriga de Pepe , que se separa y pero ¡como eres tan hijaputa!, le dice y cuando ella va a decir perdón,perdoname cariño, el cariño no sale, porque la mano izquierda de Pepe, crash,crash, le rompe la mandibula y la derecha lleva su cabeza a la pared del azulejo, donde se la abre como una nuez.
¡Pero Eulalia, cojones, que no ha sido para tanto!, dice cuando ve la sangre pegada y ella cae.
Bueno, espera que ahora vengo y se dirige al frigo a por otra lata de cerveza.
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SUBIRME, COJONES, SUBIRME grito al ver todo esto como en un flas. Nervioso les digo lo ocurrido y no se lo creen, claro.

LA PIEDRA

Cuando llegué a casa de Alberto, me dijo que le acompañara, porque la vecina palmó y, tenía que ver si se había cerrado el gas y el agua. La casa olía a soledad, a rancio de persona mayor, y en la silla donde se sentaba, a muerto, pues en esa, la encontró la muerte. Alberto me dijo que estaba sola, nadie de familia, pues igual que tú, dije, que aunque tengas a tu hija, te amenazó con irse si no le dabas dinero, y por eso la mandaste a tomar por culo. Mira si quieres algo, porque el nuevo dueño vendrá y tirará todo, pintará la casa, pondrá muebles nuevos y la alquilará. Alberto abrió los cajones y miramos en ellos. Voy a llevarme esta caja con estos libros, las imágenes de las vírgenes y la piedra, le dije. Pues invítate a una caña, añadí, porque estoy tieso; eso está hecho, dijo Alberto, y le lié un cigarrillo para él y otro para mí. La piedra la puse encima de la valla del jardín y me olvidé de ella; las vírgenes por toda la casa. Fue al hacer el huerto, cuando volví a ver la piedra, por un lado cuarzo rojo, por el otro, pegado a él, una especie de grabado en piedra, parecido a celdillas. Me fumé un canuto y con los humos, descubrí de donde salía la piedra. En el monasterio de Fuentes, abandonado tiempos ha, pegado a la pared más alta del Pirineo aragonés, habitaban cinco monjes. Ahora eremitas, que, cortándose las lenguas para jamás volver a hablar, llegaron allá para expiar sus culpas, penas dolorosas por matar al pueblo de Ics, ordenado por sus superiores. Dedicaban sus vidas a orar, cultivaban la tierra cercana al río Escrito, y aliviaban las penas de los aldeanos, que llegaban en ocasiones, para que salvaran la vida de algún niño, presa de fuertes fiebres, atender algún brazo o pierna rotos, y en general atender a los necesitados. Nadie sabía sus nombres, y poco a poco se fue creando una aldea junto al monasterio. Cosa que se supo de inmediato en el castillo del marqués, pues dejaba de ingresar sus diezmos, y sus campos dejaron de ararse. Así que envió a sus treinta mejores hombres, para traer a todos los que allí vivían. Los que no quieran venir les arrancáis las orejas, ordenó. Poco antes de que llegaran, los aldeanos lo supieron y les dijeron a los monjes: como siempre, el poder debe mandar y el pobre obedecer, y si no tienes na, buena sea la muerte. Se reunieron los cien aldeanos dentro del monasterio y con la ayuda de los monjes…Sobre los arboles unas redes, sobre la senda, unas fosas. Los guerreros del marqués, confiaban en que sería sencillo, más cayeron en las trampas y despojados de sus armas y caballos, los encadenaron en el monasterio. Lo que ocurrió después ya se sabe, el marqués llamó al duque, coleguilla de pernadas, y juntando un ejército, arrasaron el monasterio, y tras enormes pérdidas de hombres, mataron a los monjes, les cortaron las orejas a los hombres, y a las mujeres las violaron y, una de ellas, presa de dolor, arrancó la piedra que aquí veis, y de padres a hijos, llegó a las manos de la vecina, que murió junto a la casa de Alberto y, la piedra, no tiene poderes, ni falta que hace, porque es bonita y me gusta mirarla. Y como todo, fin.