martes, 13 de diciembre de 2011

UNA COMIDA EN NAVIDAD.

¡DIOS!
Dice Adefesio inundado de prisas; pues en efecto, la bañera se llena peligrosamente.
¡DIOS! repite, mientras corre por el pasillo aún despelotado, y sucio, y sudoroso, y cigarrillo entre
los labios, busca el mechero, sobre la mesa
llena de vasos sucios del salón : ¡tengo que llegar a la
comida para Navidad, ¡con la mierda que tengo todavía!.
¡Buff!, un alkasetzer!.
Y corre ahora a la cocina, abriendo armarios y mira la única pastilla, olvidada sobre un vaso, que
llena de agua, mientras coge otro y lo llena
del líquido elemento y bebe y bebe otro y luego bebe el
de la pastilla ya deshecha.
Se sienta, para sentir que su cabeza vuelve a su sitio, pero tarda y decide elegir la ropa que tiene
que ponerse.
Al subir a la habitación se da cuenta de que huele a sexo y sube la persiana y cuando abre el
armario: ¡un pantalón!, ¡una camisa!, ¡donde
coño están los calzoncillos limpios!, ¡calcetines!
¿Los zapatos?
Mira bajo la cama para buscarlos, pero antes de verlos, Adefesio, ve las sábanas que se mueven
con la manta y emergiendo del bulto, una
mujer joven, le dice, dame un cigarrillo. Sin saber quién
es, y ni siquiera querer recordar a la que desnuda pregunta, le responde, cogelo tú, mientras
Adefesio, corre al baño, porque recuerda
la bañera llenándose.
Justo al abrir la puerta del baño, una ola de calor le inunda y se espanta del tiempo que lleva el
calefactor encendido, y sus pies y sus
dedos, y sus tobillos, sienten la caricia del agua.
En el momento de apagar el calefactor, Adefesio grita, el grito lo oye la muchacha y entra a la
habitación inundada, y cuando le ve, en una
especie de baile loco, ella se une al baile, para
sacarle de el, y ella,
Adefesio, bañera, agua y baño entero, caen al salón.
Cuando Adefesio mira a la chica y sienten que estan vivos, corre a cortar el agua de la casa y la
luz y llama a su madre, diciendo que no puede ir a la comida en
Navidad, mientras recuerda el
nombre de la muchacha: MILAGROS,

3 comentarios:

la MaLquEridA dijo...

¿Un milagro?

HATOROS dijo...

PUES SÍ LA MALQUERIDA FELIZ AÑO Y ABARAZOS SUERTUDOS PARA EL AÑO ENTRANTE

Anónimo dijo...

BUENO, NO SE SI SIGUES PUBLICANDO,PARECE QUE NO...SERÍA UNA PENA!UN ABRAZO
LIDIA-LA ESCRIBA


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LA PIEDRA

Cuando llegué a casa de Alberto, me dijo que le acompañara, porque la vecina palmó y, tenía que ver si se había cerrado el gas y el agua. La casa olía a soledad, a rancio de persona mayor, y en la silla donde se sentaba, a muerto, pues en esa, la encontró la muerte. Alberto me dijo que estaba sola, nadie de familia, pues igual que tú, dije, que aunque tengas a tu hija, te amenazó con irse si no le dabas dinero, y por eso la mandaste a tomar por culo. Mira si quieres algo, porque el nuevo dueño vendrá y tirará todo, pintará la casa, pondrá muebles nuevos y la alquilará. Alberto abrió los cajones y miramos en ellos. Voy a llevarme esta caja con estos libros, las imágenes de las vírgenes y la piedra, le dije. Pues invítate a una caña, añadí, porque estoy tieso; eso está hecho, dijo Alberto, y le lié un cigarrillo para él y otro para mí. La piedra la puse encima de la valla del jardín y me olvidé de ella; las vírgenes por toda la casa. Fue al hacer el huerto, cuando volví a ver la piedra, por un lado cuarzo rojo, por el otro, pegado a él, una especie de grabado en piedra, parecido a celdillas. Me fumé un canuto y con los humos, descubrí de donde salía la piedra. En el monasterio de Fuentes, abandonado tiempos ha, pegado a la pared más alta del Pirineo aragonés, habitaban cinco monjes. Ahora eremitas, que, cortándose las lenguas para jamás volver a hablar, llegaron allá para expiar sus culpas, penas dolorosas por matar al pueblo de Ics, ordenado por sus superiores. Dedicaban sus vidas a orar, cultivaban la tierra cercana al río Escrito, y aliviaban las penas de los aldeanos, que llegaban en ocasiones, para que salvaran la vida de algún niño, presa de fuertes fiebres, atender algún brazo o pierna rotos, y en general atender a los necesitados. Nadie sabía sus nombres, y poco a poco se fue creando una aldea junto al monasterio. Cosa que se supo de inmediato en el castillo del marqués, pues dejaba de ingresar sus diezmos, y sus campos dejaron de ararse. Así que envió a sus treinta mejores hombres, para traer a todos los que allí vivían. Los que no quieran venir les arrancáis las orejas, ordenó. Poco antes de que llegaran, los aldeanos lo supieron y les dijeron a los monjes: como siempre, el poder debe mandar y el pobre obedecer, y si no tienes na, buena sea la muerte. Se reunieron los cien aldeanos dentro del monasterio y con la ayuda de los monjes…Sobre los arboles unas redes, sobre la senda, unas fosas. Los guerreros del marqués, confiaban en que sería sencillo, más cayeron en las trampas y despojados de sus armas y caballos, los encadenaron en el monasterio. Lo que ocurrió después ya se sabe, el marqués llamó al duque, coleguilla de pernadas, y juntando un ejército, arrasaron el monasterio, y tras enormes pérdidas de hombres, mataron a los monjes, les cortaron las orejas a los hombres, y a las mujeres las violaron y, una de ellas, presa de dolor, arrancó la piedra que aquí veis, y de padres a hijos, llegó a las manos de la vecina, que murió junto a la casa de Alberto y, la piedra, no tiene poderes, ni falta que hace, porque es bonita y me gusta mirarla. Y como todo, fin.